Capitulo II
La boda
Estuve mal genio toda la semana, odiaba la idea de que Alex y Arturo vivieran con nosotras. No tenia nada en contra de Arturo, el novio y futuro esposo de mi madre, al contrario, me agradaba esa parte del trato, mi problema era la cláusula adjunta: Alex.
Ese chico con su cabello color chocolate, con sus ojos color miel, su porte de modelo, su sonrisa de blanca dentadura, esa actitud despreocupada y su molesto hábito de quedarse mirándome, que según el se justificaba porque me encontraba “una persona sumamente interesante y graciosa”
Si lo había visto una sola vez y ya no lo soportaba ¿Qué ocurriría si tenía que convivir con él todos los días? Por ahora no tenía que preocuparme, la boda sería hasta dentro de dos meses y hasta entonces no tenia porque toparme con él. Mi mundo había vuelto a su eje y podía respirar tranquila, al menos por ahora.
A Clara se le veía radiante, no recuerdo muy bien la última vez que la había visto así… ¡Un momento! Claro que recordaba, esa sonrisa radiante era la misma con la que salía en aquella foto que tanto me gustaba y que tenía en un bonito marco en mi habitación. En ella salíamos los 3, mamá me sostenía en brazos y papá nos envolvía a las dos en un gran abrazo. Amaba esa fotografía porque fue una de las últimas en la que mi papá salía bien ya que un par de meses después de tomar la foto los médicos le detectaron un tumor maligno en el cerebro. Esa noticia fue el principio del fin, a Clara se le borro esa brillante sonrisa que la caracterizaba, comenzó a estar algo decaída aunque trataba de no parecerlo delante de su esposo. Mi papá siempre supo de esa preocupación que mamá trataba de ocultarle, sin embargo nunca le dijo nada, al contrario, se lo tomaba con calma. A decir verdad, nunca supe y creo que nunca sabré lo que pasaba por su cabeza, pero sí recordare siempre las palabras que me dijo aquel día:
“
- Luna - me tomo en sus brazos y me sentó en su regazo
- ¿si papi?
- Quiero que me escuches atentamente ¿puedes hacerme ese favor?
- ¡Si!
- Bien… Luna, papá pronto tendrá que irse muy lejos…
- ¿A dónde papá, luna puede ir contigo?
- No cariño, tu tienes que quedarte con mamá…quiero que sepas que esté donde esté siempre estaré cuidando de ti y de mamá… ahora quiero que me prometas que cuidaras de mami porque sabes que es una llorona y yo ya no estaré para consolarla…- recuerdo que en esa ultima palabra se le quebró un poco la voz y que por alguna extraña razón sentí una pena enorme- así que debes tratar de ser fuerte y muy feliz en tu vida de ahora en adelante… ¿me lo prometes?
- ¡Sí, papi!- y nos abrazamos por largo rato… “
Esas fueron las últimas palabras que me dijo, luego de eso tuvo un ataque y fue hospitalizado donde estuvo 2 semanas, las 2 semanas más largas de toda mi vida, creo que por eso ahora no soporto los hospitales.
Mi tía Margaret llamó cuando supo la noticia, ella vive en el extranjero pero no le importo cuanto le saliera la cuenta telefónica ya que estuvo como 2 horas hablando con Clara por teléfono.
La tía Margaret es la hermana mayor de mi madre, una mujer de negocios muy independiente, es alta y su cabello es castaño como el de Clara pero en solo eso se parecen ya que mi Mamá es más tranquila que mi Tía quien constantemente esta viajando por negocios. Lo que sí, es que pareciera que a ambas las rodea una especie de pared o escudo magnético porque a ambas las llegabas a amar con tan sólo conocerla unos minutos.
También era sorprendente que la hija de Tía Margaret fuera Francisca, ellas dos si que eran polos opuestos. Mi amiga y prima era como una muñeca de porcelana, experta en Karate pero una muñeca al fin y al cabo. Solía seguirle las locuras a Elisa pero hasta cierto punto porque Francisca es de las que se avergüenzan fácilmente; le costaba hablar con el resto de las personas en especial con los hombres. Hace algunos años estuvo viviendo con nosotras porque no quería seguir viajando con su madre, ella quería establecerse en un lugar permanente. La Tía Margaret no le puso objeción alguna ya que ella deseaba que su hija fuera feliz. El año pasado la Fran decidió vivir sola para no seguir molestándonos aunque le repetimos hasta el cansancio que no era ninguna molestia para nosotras. A pesar de todos nuestros esfuerzos por tratar de convencerla hoy en día vive en un departamento en el centro cerca de donde estudia. Con las chicas solemos ir a verla y a veces nos quedamos con ella. La tía margaret también suele visitarla cuando puede y la llama a menudo, su relación es muy buena a pesar de estar separadas.